“El peor de los males que puede tener el hombre es que
llegue a pensar mal de sí mismo”
Goethe
¿Qué es la
autoestima? La autoestima es un sentimiento acerca de una misma con una misma.
Es algo que se vive de manera íntima, dentro de cada mujer… muy dentro, y en
silencio. Es lo que se piensa y se siente de una misma. Goethe
Refleja, como lo dice Nathaniel Branden, “el juicio implícito que cada uno hace acerca de su habilidad para enfrentar los desafíos de su vida (para comprender y superar sus problemas) y acerca de su derecho a ser feliz (respetar y defender sus intereses y necesidades)”.
Se puede tener una autoestima alta o baja. El tener una autoestima alta es saberse y sentirse bien con una misma, con la capacidad suficiente de enfrentar la vida como sea que ésta se presente y con una sensación de ser valiosa, por el sólo hecho de ser. Tiene que ver con sentirse capaz de lograr lo que una quiere en la vida, y por ende, tiene que ver con saberse merecedora de la felicidad.
Por el contrario, tener una autoestima baja, es sentirse con miedo, incapaz, insegura, con una sensación de “no hacerla en la vida” como si “faltara algo” en la persona, no se sabe qué… pero algo. Se vive como una perenne sensación de que lo que una es, no acaba de ser suficiente. No es común que estos sentimientos se reconozcan como una “baja autoestima”, más bien, la persona se cree inepta ante la vida, en cualquier situación y le cuesta mucho trabajo salir de esta percepción de sí misma. Las opiniones negativas de los otros, se toman como verdades absolutas y la persona refuerza su desvalorización sintiéndose peor consigo misma. Y como esto no se distingue como baja autoestima, la sensación de ineptitud se vuelve en sí misma un castigo eterno que pareciera ser difícil de trascender.
Desde la infancia, los adultos (papás, maestros, sacerdotes) tienen el poder de alimentar o no la confianza en sí misma/o de la niña o del niño, de fomentar o no el auto-respeto y de hacerle saber que es valiosa/o. Ya sea por la manera en que son motivados, apoyados, aceptados y amados. Esto es muy importante, mas no determinante, porque desde pequeños, los seres humanos, mujeres y hombres tenemos la capacidad de elegir lo que nos agrada, lo que nos place. Tenemos la libertad de sentirnos con nosotros mismos como decidamos. De hecho hay personas que fueron amadas y lo siguen siendo, por su familia, amigos, parejas, y sin embargo viven con el constante hueco de “algo” que falta… Pueden tener familia, hogares cálidos; y de todas maneras, sentirse solas. Pueden tener mucho éxito laboralmente y sentirse inútiles… Pueden tener un porte de mucha seguridad y por dentro estar muertas de miedo; y todas estas mujeres en secreto llorar ese “algo que siempre falta…” Tener una baja autoestima es nadar en un mar de sufrimiento sin saber realmente qué es esta agua que ahoga en seco.
En la edad adulta, es una experiencia solitaria. No depende de otros ni de situaciones. Así como el reconocimiento de otros ya no genera una alta estima, tampoco el tener mucho dinero, o tener trofeos de conquistas sexuales, o un buen marido, o llenar de silicones el cuerpo, o un buen coche, o un nuevo amante, o el diploma a la mejor mamá, o ser la más sacrificada y la más linda, o, o, o…
Tampoco es “ser más que otras u otros”, ni físicamente, ni económicamente, ni espiritualmente. Hay quienes van por la vida comparándose con amigas, compañeros de vida y hasta con ¡modelos de revistas! Se miden con respecto a todos los demás. Y ¡claro!
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